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Adoptar una conducción eficiente no solo reduce el consumo de combustible y las emisiones contaminantes, también prolonga la vida útil del motor y otros componentes clave de tu coche. Frente al mantenimiento correctivo, cada vez más conductores apuestan por hábitos de manejo que cuidan la mecánica desde el primer kilómetro.
Por eso, desde Grupo Serrano Automoción queremos repasar contigo 7 prácticas de conducción eficiente que no requieren ser experto en automoción, pero que marcan la diferencia en el rendimiento, el gasto y la salud del motor a medio y largo plazo. ¡Vamos a por ello!
Arrancar el coche y dejarlo varios minutos al ralentí para que “coja temperatura” es una costumbre arraigada… y equivocada. Los motores modernos —ya sean gasolina o diésel— están diseñados para alcanzar su temperatura óptima de funcionamiento más rápido si se circula a bajas revoluciones desde el inicio, en lugar de mantenerlo encendido sin moverse.
Circular suavemente durante los primeros minutos permite que el aceite lubrique correctamente todas las partes móviles, sin generar un consumo excesivo ni aumentar el desgaste. El motor se calienta de forma progresiva, con menos residuos y más eficiencia.
Uno de los pilares de la conducción eficiente es evitar revolucionar el motor más de lo necesario. Lo ideal es cambiar de marcha entre las 1.500 y 2.500 rpm, dependiendo del tipo de motor y de si es gasolina o diésel. Llevar el coche en la marcha adecuada reduce la fricción interna del motor y favorece un menor consumo.
En vehículos modernos, el propio sistema de gestión del motor está optimizado para funcionar en un rango concreto. Superarlo de forma habitual implica más desgaste, mayor temperatura interna y una mayor probabilidad de averías en el sistema de combustión.
Cada vez que se pisa el acelerador a fondo, el sistema de inyección envía una gran cantidad de combustible al motor, generando un aumento de la temperatura y una combustión más agresiva. Por el contrario, acelerar de forma progresiva ayuda a mantener una curva de potencia más suave y estable.
Lo mismo ocurre con las frenadas bruscas, que además de castigar los frenos, hacen trabajar más al motor en las fases de retención. Una conducción anticipativa, donde se aproveche la inercia y se mantenga la distancia de seguridad, favorece tanto la seguridad como la eficiencia mecánica.
Más allá del sistema Start&Stop que ya incorporan muchos vehículos, es recomendable apagar el motor manualmente si se prevé una parada de más de un minuto. En semáforos largos, pasos a nivel o esperas prolongadas, mantener el motor encendido genera un consumo innecesario, acelera el desgaste y contamina.
Lo cierto es que un motor encendido en punto muerto sigue lubricando, enfriando y manteniendo activas varias funciones internas, lo que conlleva una carga térmica que no se compensa con el movimiento del vehículo. Apagarlo cuando no es necesario es una forma sencilla de alargar su vida útil.
Aunque pueda parecer un consejo ajeno al motor, llevar la presión adecuada en los neumáticos influye directamente en el esfuerzo que este debe realizar para mover el vehículo. Unos neumáticos desinflados aumentan la resistencia a la rodadura, lo que se traduce en más trabajo para el motor y, por tanto, mayor consumo de combustible y desgaste.
Comprueba la presión una vez al mes, preferiblemente en frío y en una estación de servicio, es un gesto sencillo que reduce riesgos y favorece la eficiencia general del vehículo.
Cada kilo cuenta. Transportar peso extra (ya sea en el maletero, en el techo o dentro del habitáculo) obliga al motor a realizar un esfuerzo adicional. Cuanto mayor sea la masa que debe mover el coche, mayor será la carga que sufre el sistema de propulsión.
Esto es especialmente relevante en trayectos urbanos, donde las constantes paradas y arranques amplifican el efecto de la sobrecarga. Vaciar el maletero de objetos innecesarios y retirar portaequipajes cuando no se utilizan son formas sencillas de cuidar el motor y ahorrar combustible.
Los cambios constantes de ritmo provocan picos de consumo y mayor esfuerzo para el motor. En trayectos largos o en carretera, mantener una velocidad estable, sin aceleraciones innecesarias, permite al sistema de combustión trabajar en un régimen óptimo.
El uso del control de crucero puede ser un gran aliado en este sentido. Ayuda a evitar variaciones involuntarias de velocidad y mantiene el motor en un rango eficiente. Además, reduce el estrés del conductor y mejora la comodidad durante la conducción.
En definitiva, podemos concluir que, más allá del ahorro, cuidar el motor es cuidar el coche. Una conducción eficiente no es solo una cuestión de consumo o sostenibilidad. También se traduce en una menor necesidad de reparaciones, una vida útil más larga para el vehículo y un mejor estado de sus componentes clave: motor, transmisión, embrague, frenos y sistemas auxiliares.
Estos siete hábitos no requieren dispositivos costosos ni conocimientos técnicos avanzados. Basta con atención, constancia y una actitud responsable al volante. En un contexto donde la durabilidad de los coches es cada vez más valorada, la eficiencia se convierte en una forma inteligente de conducción. Y si necesitas cualquier tipo de ayuda, te esperamos en Grupo Serrano Automoción, en nuestro Servicio Oficial Audi, Seat, Cupra, Skoda y Volkswagen en todo el sur de la provincia de Alicante.
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