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El verano es esa época del año en la que el coche, sin moverse, está expuesto a más riesgos. Las altas temperaturas, la exposición directa al sol y los cambios bruscos de temperatura pasan factura a muchos elementos del vehículo, y las lunas, tanto parabrisas como ventanillas, son unas de las grandes afectadas.
Aunque muchos conductores no lo piensan, las lunas del coche están sometidas a esfuerzos constantes: cambios térmicos, pequeñas tensiones estructurales, impactos de gravilla en carretera, e incluso malos hábitos al limpiarlas. Si a eso le sumamos el calor extremo del verano, los riesgos aumentan. Por eso, hoy vamos a repasar 5 consejos prácticos y eficaces para cuidar las lunas del coche en verano y evitar problemas mayores.
1. Protege el coche del sol directo siempre que puedas
Parece un consejo de sentido común, pero conviene insistir. El sol directo no solo recalienta el interior del vehículo, también afecta a las lunas:
- Dilatación del vidrio: al calentarse, el cristal se dilata de forma desigual si la temperatura sube rápido o si hay sombras parciales.
- Tensiones internas: esa dilatación desigual puede generar microfisuras o agravar pequeños impactos existentes.
Lo ideal siempre es buscar zonas de sombra: parkings cubiertos, árboles (con precaución de resinas o excrementos de aves) o usar parasoles térmicos, tanto delante como detrás. Incluso los parasoles exteriores reflectantes (los típicos de aluminio) pueden reducir considerablemente la temperatura sobre el parabrisas, aliviando ese estrés térmico.


2. Evita los cambios bruscos de temperatura
Uno de los errores más habituales en verano es encender el aire acondicionado al máximo nada más entrar al coche ardiendo. El salto térmico entre el exterior (50-60°C al sol) y el interior (enfriándose de golpe) es brutal para las lunas. Este contraste térmico puede provocar tensiones sobre el cristal que acaban derivando en fisuras, especialmente si ya hay algún pequeño impacto previo. Lo ideal es:
- Ventilar primero el habitáculo abriendo puertas y ventanas unos minutos.
- Iniciar el aire acondicionado a potencia media e ir regulando progresivamente.
El parabrisas, al ser laminado y estructural, es el que más sufre estos cambios de temperatura repentinos.
3. Repara los impactos cuanto antes
En verano, muchas lunas acumulan impactos por gravilla al viajar más en carretera. El problema es que el calor puede hacer que esos pequeños “chinazos” crezcan rápidamente en forma de grieta. ¿Por qué? Porque el cristal está sometido a dilataciones constantes: durante el día se calienta, por la noche se enfría, y esa variación puede abrir el daño existente.
Por eso, es fundamental reparar cualquier impaco de inmediato, siempre que no esté en el campo de visión directo del conductor. Las reparaciones son rápidas, económicas y, en la mayoría de casos, están cubiertas por los seguros de lunas. Si se deja pasar el tiempo, el riesgo de tener que sustituir la luna entera aumenta considerablemente.


4. Limpia los cristales de forma correcta
Limpiar el parabrisas con agua muy fría cuando el cristal está recalentado por el sol es una mala idea. Ese choque térmico puede generar tensiones. Lo recomendable es:
- Esperar a que el coche esté en sombra o a temperatura más estable.
- Usar siempre agua templada o productos específicos para cristales.
- Utilizar bayetas de microfibra, evitando esponjas abrasivas o trapos que puedan rayar.
Además, es conveniente revisar periódicamente las escobillas limpiaparabrisas. Unas gomas en mal estado pueden dejar marcas o incluso provocar microarañazos que, con el tiempo, afectan a la visibilidad y debilitan el cristal.
5. Cuidado con los soportes de ventosas
En verano es muy común colocar soportes de GPS, móviles o cámaras en el parabrisas mediante ventosas. El problema es que el calor extremo puede hacer que la ventosa genere un punto de tensión localizado sobre el vidrio.
Si el parabrisas ya tiene un pequeño impacto cerca, esa presión adicional puede favorecer que la grieta avance. Además, el calor puede deformar la ventosa, soltarse o dejar marcas.
Siempre que sea posible, es preferible utilizar soportes de salpicadero, rejilla de ventilación o ventosas con base de gel, que distribuyen mejor la presión y son menos agresivas para el cristal.


Las lunas son un componente que solemos dar por hecho, pero su papel es clave en la seguridad del vehículo. Aportan rigidez estructural, visibilidad, aislamiento acústico y térmico, e incluso participan en el correcto funcionamiento de los asistentes de conducción modernos (ADAS).
Por eso, en verano, merece la pena dedicar un poco de atención a su cuidado. Evitar el sol directo, no abusar de los cambios térmicos, reparar impactos a tiempo, limpiar de forma adecuada y ser prudente con los soportes interiores puede marcar la diferencia entre mantener el cristal impecable o tener que afrontar una costosa sustitución.
En resumen, el verano pone a prueba a muchos componentes del coche, y las lunas no son la excepción. Con estos cinco consejos sencillos, cualquier conductor puede prolongar la vida útil de sus cristales y evitar problemas mayores cuando más se necesita el coche: en vacaciones, viajes largos o escapadas familiares.
Como siempre, un poco de prevención hoy, puede ahorrarte un buen disgusto mañana. Y si necesitas ayuda o cualquier tipo de asesoramiento, te esperamos en nuestros Servicios Oficiales de Audi, Cupra, Seat, Skoda y Volkswagen distribuidos en Elche, Alicante, Orihuela, Elda-Petrer y Torrevieja.
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